- Decía el arquitecto y decorador de interiores Le Corbusier, uno de los diseñadores más influyentes del siglo XX.
Tiempo después y aun hoy esta frase sigue teniendo sentido, nuestro hogar es el reflejo de nuestra personalidad, de nuestra familia y de como nos proyectamos al mundo. La casa es el estuche la vida, donde tejemos nuestros sueños, a su vez tiene que ser una máquina de la felicidad, siendo una máquina viva, necesita combustible, el combustible es nuestro cuidado por los detalles. Además de ser una “máquina de la felicidad” como dijo Le Corbusier, es una máquina del tiempo porque en el transcurso de los años hemos adaptado los diferentes estilos a la época en que estamos.
Corbusier, no solo fue celebre por esta frase si no por su aporte en el mobiliario, la creación que le dio gran popularidad dentro de los diseñadores del momento, fue el diván conocido como Chaise Longe. Esta silla estaba fabricada de bastidor metálico, basado en modelos austriacos anteriores.
Puede decirse que Corbusier fue el padre del diseño moderno. La finalidad de Le Corbusier cuando trabajaba con sus muebles era no sólo sorprender por lo exclusivo del diseño, sino también por, primero, lo cotidiano de los materiales aplicados a la decoración y dos, la aplicación del concepto de ergonomía. Comodidad y descanso unidos al estilo y al buen gusto. Su sillas y sillones pusieron de manifiesto su idea de la arquitectura adaptada a la forma humana.
Siendo este lugar donde pasamos gran tiempo de nuestra vida, y vivimos nuestros momentos más íntimos. Entonces ¿Por qué no decorarla según lo que nos haga más felices?